El cuadro sigue colgado de la pared,
Agrietada y desconchada,
Símbolo de palabras que hablaron
Entre sentidos no convenidos ni pactados.
Custodia entre pinceladas
La realidad del autor que,
Ensimismado en la belleza del alma antigua,
Dejó libre su mano
Para deslizar lo más recóndito, escondido y encarcelado
Que sitiaba las carentes instantáneas anteriores
Sobre un níveo lienzo de memoria.
Entre ocres y bermellones surgen
Grotescas sonrisas,
Perplejas en ilusiones defenestradas,
Apartadas del solícito camino
Por donde, melancólica, desfila
La ensortijada esfinge de los “ayeres”.
Preside con su soledad la magnánima sala,
Como un trono despidiendo a los derrotados vasallos
De su apenado rey.Ped.
Comentarios
Publicar un comentario