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Mostrando entradas de enero, 2018
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Agua correteando alegre y clara. Como sibilino andamiaje de piedras rodantes Sorteando los prominentes valles, Verdecidos, Y las llanuras palidecidas, De otoñal ventisca. Luz difamando a las sombras. Violentando al sopor de los estíos, Cuando abrasa la carne Y el líquido surca en riadas Hasta llegar a evaporarse. Deseos que recapacitan en los abrazos, En las coquetas miradas De la diosa luna dibujada En el dorso del anhelo… Que persiste, diferenciado, En la piel del callado alma. Ped.
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El cuadro sigue colgado de la pared, Agrietada y desconchada, Símbolo de palabras que hablaron Entre sentidos no convenidos ni pactados. Custodia entre pinceladas La realidad del autor que, Ensimismado en la belleza del alma antigua, Dejó libre su mano Para deslizar lo más recóndito, escondido y encarcelado Que sitiaba las carentes instantáneas anteriores Sobre un níveo lienzo de memoria. Entre ocres y bermellones surgen Grotescas sonrisas, Perplejas en ilusiones defenestradas, Apartadas del solícito camino Por donde, melancólica, desfila La ensortijada esfinge de los “ayeres”. Preside con su soledad la magnánima sala, Como un trono despidiendo a los derrotados vasallos De su apenado rey. Ped.
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Sobrio es el camino… Desmenuzada arboleda de profundas raíces. Pinares entre dunas de blanqueada arena. Enrolados carriles de desierto aparente. Baldío. Sin fauna habitante de montes inexistentes. En la frontera, donde se expande (lujuriosa) La bella quietud, Desarma su candidez la luz primaveral Para, con cada atardecer, Sonreír con su plateada corona De lunas malditas A los seres nocturnos Que acechan en las sombras. Roedores horadan, apresurados Por alcanzar el inmediato matorral, Las vacías lindes, Para esquivar la vidriera del faro crepuscular Y no ser presa, Sino caníbal. Y, entre la mudez de los ambientes nocturnos, Aprisiona en sus inviernos La humedad del allegado oleaje. Mareas… Que se inmiscuyen tempranas Con el albor de las flamígeras llamas Afloradas en las diurnas semblanzas Del despertado día. Se callan los confusos silencios Y regresa el bullicio de la claridad. Ped.
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Así camina el olvido, Triste, loco y Cadenciosamente brillante. Canción lúgubre para un final De sonrisas turbias. ¿De cuántos olvidos has querido olvidarte? Recuerdos son... Mas recuerdos absurdos. Sentidos que se esparcen Por sus viejos sonetos. Fantasías sin nombre, Y sin reproche, Se esfuman con cada Suspiro indemne. Ped.
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           Atraviesa mi pecho una daga. Tan incrustada que sólo sobresale el mango vetusto y parduzco. Tengo mis ojos vueltos hacia el cielo plagado de estrellas. Ellas son las anónimas presencias, las cómplices de mis últimos momentos. Oigo discurrir las aguas del riachuelo cercano donde hace unas horas mojaba mi seca garganta. Y creo sentir el aroma de la fresca hierba que nace en sus orillas.             No tengo fuerzas para desclavar el acero de mis entrañas. Mantengo mi mano sobre ella. Abrazándola. Enguantada. Si la arranco me desangraré en segundos… Y no lo pretendo. Quiero saborear la dulce fragancia de la negrura. Permanecer imaginando el no futuro. La sobriedad del éter inmóvil devorando el tiempo. Pararme a pensar que cuando ya no respire seré parte de este paisaje. Quizá devorado por las alimañas que se ocultan, pacientes, en la densidad de este bosque, que es su hogar, su mundo caníbal. O, quizá, dejen, saciadas, alguna parte de mí, para poder pudrirme sobre este
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Hace frío, amor, En los suburbios de este alma mía. Se quedaron yermos los campos, Se helaron las alas. No hay trinos Ni arco iris En las lágrimas. Todo es de un blanco asfixiante, De un sinfín de nada. Hace frío, amor, Se apagaron los ciscos Que nos enardecían. Ped.
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Espectador de cortos aplausos. De los que merodean entre plateas Regodeando su ignorancia Entre la multitud difusa De señoritos de postín. Rey de masas, Anquilosando las ambiciones, Usurpándolas, Rebañando las soberbias Para aglutinarlas en sacas de envidias. Trono “abisuterado”, De porfías en batallas neutras, Por donde se ambicionan los poderes Más demacrados. Lucifer con cara de ángel, No maldito, Con sus enjundias y fechorías Realizadas entre los actos Del esquizofrénico desdén De las irradiantes palabras De su altanero mandamás. Una infinidad de verdades En los tiempos de postureo. Un amago de ser Lo que otros ojos quieren vislumbrar. Una apariencia banal. Ped.