Cantaron tonadillas y poemas,

Agitóse el puro hálito de las imberbes realidades,

Sin sosiego.

Ingenuos…

Callaron los demonios de las panoplias

Que revestían los designios.

Y el silencio embellece,

Lánguido,

Perezoso,

La solícita melodía de los infantiles recuerdos.

Golpeó la transparencia

El amurallado resorte de las edades.

Holgado en los tronos

De la sarcástica apariencia.

Abrazos de tentáculos

Putrefactos.

¡Qué demostración tan impune!

Sones palpitantes

en llameantes cuerpos

Abrasando

La braña del adorado monte,

Fecundo y magnánimo,
De inéditos atlantes.


Ped.

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