Utópicos



Obligados a desandar lo andado, emergimos desde profundos abismos para descoser los paredones que nos ocultaban la mañana. El día nació indemne en su virginal comienzo. Con el frío arremetiendo sobre nuestras pieles ligeras de vestiduras. Como sables de hielo nos atravesaba el viento montañoso y hería nuestro semblante, acuchillándolo, inmisericorde.

Fuimos ratas escabulléndonos en la espesura, buscando oscuridades que nos ocultaran de la vista de los diablos que regían en las explanadas soleadas de nuestra angustia.

Retorciéndonos entre las sombras. Espías con cara de ángeles embravecidos soñando con la partida hacia otras fronteras más delicadas. Donde no hubiera límites ni mugas encarcelando los caminos.

Callejeamos como vagabundos desarrapados entre postes enorgullecidos, vigilantes de la “paz social” que implantaron sin condiciones. Emigrantes convencidos, deseosos de alejar nuestras últimas miserias de tan escabroso destino.

Militantes enfervorecidos y radicales de sus magnánimas arrogancias atropellaban nuestras ideas y las desechaban como basuras al contenedor de reciclaje para que nunca se rasgase el patrimonio de la usura.
             Marchamos como proscritos y forajidos, tachados de energúmenos y pusilánimes. Para esta sociedad recalcitrante somos los parias de lo imposible… simples ilusos de utopías improbables.

Ped.

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