Estirpe de tétricos aullidos

Con aristas en sus voces lóbregas

De martillos sin eco

Ronda, con su sigilo de peludas pezuñas

De barros tersos,

Los vacuos linderos que amojonan

Las  moradas pedregosas de inermes

Cautivos de vida.

 

Silencio de segundos…

 

Apresada brisa en vastos torreones

Silba, descarnada, sinfonías de angustias

Y acicala con su tempestuosa valentía

Rizos de ramas ennegrecidas.

 

Sonrisa de luna esquiva…

 
Nocturnidad de fauces y garras.


Ped.


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