Dime si alguna vez de entre tanta sombra
lograste emborronar algún silencio.
O si hubo un pañuelo agitándose en el andén
de una despedida ya trazada.
Si no hay flor tampoco incendio...
ni llama que arda con cualquier desatino.
Y si la obsesión de tu mirada es por descubrir
un rincón baldío donde no haya fondo
donde posarse para bebernos nuestros brebajes
de días sin esperas y no suene aquella sinfonía
de aleteo de hadas...
Si somos fuego y caminamos ausentes...
sin que importe longitud, asfalto o ausencias...
y los grises siempre se quedan en las esquinas
y de alabastros y guirnaldas llenamos
azules, marrones y cielos nuevos...
Entonces que haya decoro frente al espejo
y un espacio en el recreo de la corriente
donde dejar reposar nuestras levedades.
Octubre y nuestras ansias disfrazadas de otoño,
pintadas en la ribera del Zancolí
entre los rebrotes de hojas de lágrimas.
Ped.
Pedro Javier Quintero.
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