No se abrieron balcones ni ventanas.
Huele a cerramiento y clandestinidad de viejo.
Aunque el viento sigue golpeando
cristales y tejados
con sus alas invisibles
se desmorona a las puertas de un valle
sin escudo ni fortaleza.
Abril claudica en el treinta…
Vienes tú con tus pañuelos de seda
y el vigor de una tarde de risas y rosas.
Y las mejillas coloreadas con los lápices de la brisa.
Y me recuerdas… que Abril
claudica siempre en el treinta.
Ped.
Pedro Javier Quintero.
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